Captar las cosas al vuelo
y convertir lo captado en comentario
se volvió una forma de experimentar y procesar
lo que voy econtrando en mi camino.
Me interesa sobre todo el momento en que se revela
la esencia de una situación,
confio en la atención,
un estado de alerta,
y en la serendipia
para captarla.
Muestra de videos de Julia Barco
FOCO, Centro de Cultura Digital, CDMX, 2015.
Texto de Mara Fortes
En una reflexión sobre el estado actual de la imagen en movimiento (en faz a la explosión de tecnologías y plataformas digitales que por un lado amplían las posibilidades creativas del audiovisual, y por otro, lo reducen a simples vehículos de información) Max Le Cain aboga por un cine que recupera el ímpetu heterogéneo y expansivo del cine. Concluye: “las películas no deben tratarse de ideas, sino deben de ser ideas.” Quizá el constante bombardeo de contenidos miniaturizados y atomizados en el mundo digital, ha ofuscado el gesto de hacer un cine en chiquito, potente, que descoloca al gran cine de industria y al aparato de los medios masivos, cuando habla, mira, piensa, o pregunta desde otro lugar. La obra de Julia Barco parte precisamente de este gesto generoso e incisivo, que busca captar la inmediatez de la experiencia, acomodarla en relación a una realidad subjectiva y a una conciencia crítica y siempre atenta a procesos históricos y sociales. También, es un cine que no deja de lado las posibilidades perceptivas de la imagen en movimiento: que recupera el aspecto tactil, sensual, musical, y visceral, para recalibrar nuestros sentidos y activar la intuición.
Esta muestra reúne algunos de los “mini” documentales más representativos de su trayectoria: encuentros, viajes, impresiones, apuntes, reflexiones que enmarcan las realidades que eluden los parámetros de la Historia--Historia con H mayúscula, porque es la historia oficial, la versión más estéril y monolítica de la arquitectura de un país, depurada de las vivencias y memorias de quienes no son parte de la historia oficial, y sin embargo cargan con su peso. Pequeñas postales que se desplazan entre tiempos y espacios ajenos, transmitiendo la intensidad de un momento, a veces, la mirada de una turista incómoda, y otras, una denuncia contundente a las omisiones del discurso oficial. En el cine de Barco, diversas latitudes (Alemania, Colombia, Perú Vietnam, México. . .) convergen en la invención de una geografía propia, anclada en una experiencia íntima y personal del lugar, y en una exploración constante de la identidad. La cámara apunta frecuentemente al “fuera de cuadro,” para descubrir las violencias cotidianas, la sabiduría de los desapercibidos, la memoria del paisaje, los ecos y fricciones entre versiones de la realidad. Sugiere que esas historias, esos ritmos, esas voces, también infunden las venas de nuestro presente. Y que el mirar, nunca es acto pasivo: siempre deja huella.
“Barco, en su arte siente al mundo en sus múltiples dimensiones, donde “lo personal es político” y el sentido estético de la realidad vuelve lo cotidiano en extraordinario.”
Margarita Dalton, escritora Mexicana
“…sus videos son cúmulo de las impresiones que le ofrecen viajes por calles y barcos, fiestas y templos que le resuenan en el corazón y el cerebro para entender (se) el mundo.”
En el trabajo de Julia Barco, esos periplos externos se convierten en recorridos interiores, cada vez más abstractos, donde pretende detonar pequeñas granadas al interior de cada espectador, a la manera en que Juan Carlos Botero estructura en su libro “Las semillas del tiempo” esas mini-estructuras narrativas que Hemingway descubrió en 1923 y luego el colombiano llamó “epifanos”. Así, de forma corta, fragmentada, cual pestañeo, la videoasta añade algo distinto a nuestra apreciación de un muro divisorio entre ciudades y países, a unas caderas tehuanas en vaivén continuo en el corazón del Istmo o a los atisbos sensuales del espacio doméstico.”
Angelica Abelleyra, escritora Mexicana
Mujeres Insumisas, La Jornada Semanal,
domingo 7 de Julio de 2009, edición 744.